FILOSOFÍA DE FEINMANN (RESEÑA)
Feinmann, José Pablo. La filosofía y el barro de la historia. José Pablo Feinmann. Planeta: 2008, 680 pp.
Por Manuel Cuipa Chancahuaña
Voluminoso, apasionante y clarificante texto, es el ABC de introducción a la filosofía moderna, o sea, filosofía Occidental. Feinmann aborda desde la reflexión-crítica fuerte, como un abrir el camino y ejercitar el pensamiento de un filósofo "periférico": latinoamericano. A continuación, una reseña escrito de un solo tirón. Sintetizo con pocas y “propias palabras” en tres criterios siguientes.
1. Contra la triple alianza: Heidegger, Nietzsche y Foucault
Para Feinmann -en este texto- la filosofía actual de los últimos 50 años en Occidente es deudora de la filosofía de Martín Heidegger, ese genio y campesino "nacionalsocialista" que dejó impronta en mayoria de la filosofía francesa: Michel Foucault, Jacques Lacan, Jacques Derrida, Guilles Deleuze, Louis Althusser, Jean Baudrillard, Roland Barthes... Y éstas a su vez tuvieron más acogida en las academias anglosajonas y norteamericanas. Y, son las que hoy tienen más resonancia entre nosotros. Es decir, mayor protagonismo en el estudio filosófico de las universidades latinoamericanas.
El estructuralismo, posmodernismo, deconstructivismo y entre otros provienen –matizadas, mejoradas y hasta repetidas– de la filosofía heideggeriana. ¿Por qué Heidegger es tan influyente en la intelligentsia francesa? Porque critica a la técnica del capitalismo ("tecnocapitalismo") en un contexto en que se cae el socialismo real (Muro de Berlín). Por eso es más asequible para los posmodernos y deconstructivistas: “Tenemos a Heidegger, salimos de Marx”.
La tradición filosófica francesa deudora de Heidegger se encarga de cuestionar con creces a los "metarrelatos" de la dialéctica y el historicismo de Marx y las totalizaciones de Hegel. Asimismo, la crítica roedora a la razón instrumental de la Ilustración de Kant, la subjetividad cartesiana (moderna) de Descartes. ¿Y quién queda fuera de la crítica de Heidegger? Friedrich Nietzsche. Sí, solo el "loco" de Turín se queda intacto y es retomado por el "campesino genio" (Heidegger) y por supuesto, por el genial Michel Foucault y demás filósofos postmodernos (Jean-Francois Lyotard, Gianni Vattimo).
2. Re-vitalizar la tríada crítica: Hegel, Marx y Sartre
José Pablo Feinmann, al cuestionar la filosofía de Heidegger, y por ende contra todo los ismos (posmodernismo, estructuralismo, deconstructivismo, multiculturalismo) y sus influencias es retomando críticamente a la filosofía de Friedrich Hegel, Karl Marx y Jean-Paul Sartre. Desde esta impronta y compromiso filosófico "con el barro de la historia", Feinmann combate y debate a lo largo del texto "a la impronta de Heidegger, aunque modestamente se denomina como “subfilósofo de la periferia” (por su condición latinoamericano). Recupera, repite y reflexiona las nociones como totalidad, modernidad, sociedad, sujeto, historia, revolución, clase, dialéctica. Si bien reconoce a Heidegger «como el crítico de la modernidad: crítico de la técnica del capitalismo”, pero alto ahí, no nos engañemos: “Heidegger no es el crítico del capitalismo, solo de su técnica”. Esto es la gran cuestión e insuficiencia heidegerriana. Para la crítica del capitalismo no es Heidegger sino Marx (sigue con vigencia y coherencia).
José Pablo Feinmann resemantiza las categorías como el sujeto práctico y el sujeto periférico, en su lenguaje filosófico latinoamericano. Y nos confirma que no es la filosofía de Michel Foucault aliado del sujeto subalterno y periférico, sino la filosofía de Jean-Paul Sartre, el “del sujeto de la historia", "sujeto de la libertad y "sujeto de la praxis”. El Foucault del periodo donde asevera la "muerte del hombre" (muerte de sujeto) no nos es útil para pensar nuestra realidad concreta del sujeto de periferias, dice Feinmann.
Con salvedad, con excepción: el "último Foucault", si, eso aún es rescatable. Podemos recuperar el último Foucault, ese Foucault que apoyó la Revolución iraní (revolución islámica de 1979) de ayatolá Jomeini. Este Foucault ha superado la ausencia del sujeto para resistir al poder. Porque, si bien Foucault dijo: “donde hay poder hay resistencias”, Feinmann replica, “pues, los que detentan el poder y como los que resisten al poder, no son estructuras, son justamente sujetos históricos y prácticos” (como el de la revolución islámica). Y, en el caso nuestro latinoamericano (el sujeto de periferia) aún no se ha expresado fuerte y libremente. Entonces queremos "sujetos vivos", "no estructuras", no entelequias, porque hasta ahora, el sujeto Occidental es existente y dominante (moderno colonial e imperial), mientras el sujeto periférico aún no es.
3. Sistemas filosóficos en tensión (no hay absolutos)
Pienso que esta reseña es muy insuficiente para un libro vasto de 680 páginas. Aunque los leí "sin pausa y sin prisa" en la cabaña silenciosa (a 3,500 msnm) lejos del ruido de la ciudad. La pausa es para meditar lo que se lee y la prisa para terminar todo lo que se lee: ("hasta un método de lectura encontré con este libre"). Me causó un torbellino de ideas, sentimientos encontrados y "crisis" existenciales, es lo que causa los buenos libros, te cambia el chip.
Feinmann es un gran divulgador de la filosofía y un gran expositor de la filosofía, lo complejo te sirve en clave "sencillo" (hasta ameno). Uno diria adopto este sistema filosófico, pero más adelante ese mismo sistema tenía grietas, de sistema en sistema sus ideas y fundamentos centrales de cada filosofo europeo, una constrastación de los sistemas filosóficos. Bueno, si algo entendí "bien" eso es, o en todo caso, esto fue mi interpretación y comprensión del libro.
¿Cuál interpretación y comprensión? El diálogo entre sí de los sistemas filosóficos en tensión: como cruce de espadas filudas entre sí, de uno contra uno, otras veces, de uno contra todos y todos contra uno, etc., como una especie complejo de 3+3, 3x3, 3³, 3/3, 3!... Bajo la figura sistemática y tensional de 3 y 3, donde todas las ideas centrales y fundamentos de sus sistemas se entrecruzan, suman, multiplican, también se dividen, se diferencian, se rechazan,luchan; también integran, permutan: (Hegel, Marx y Sartre) <> (Nietzsche, Heidegger y Foucault). Las figuras centrales y sistemáticos. No es que solo estos 6 filósofos estén en el libro, por supuesto están todos de la filosofía moderna-contemporánea (inicia con Descartes y termina con los posmodernos). Y, no es que Feinmann se dedique solo a criticar a unos y a exaltar a otros, sino que todos pasan por su crítica y también reconocimiento a sus aportes. Todos los filósofos que trata son expuestos sus defectos y tanto sus virtudes.
Feinmann es un maestro de filosofía cuando expone con claridad y sencillez las ideas de otros y cuando contrasta sus contradicciones, coincidencias e improntas. El resto ya depende del criterio del lector (esta reseña es deliberadamente mi criterio también). Cada lector en plena libertad se forma su propia interpretación. Yo pensé, como se habla de "libertad" en Sartre; cuando se trata del "todo" en Hegel y si se habla de "crítica" en Marx. Porque Fienmman conoce a profundidad a estos tres, lo mismo Feinmann conoce a profundidad a Nietzsche, Heidegger y Foucault.
Sin embargo, Feinmann no se queda en la exposición racional brillante, o la "neutralidad interpretativa", va más allá de esa postura de intelectual "imparcial". Contrastando un sistema filosófico X contra otro sistema filosófico Y, o un sistema filosófico (de misma tradición) X1 contra X2, etc. Luego al final asume opciones y rechaza las otras: "asume opciones finales, no de entrada e iniciales, sino a la luz de las contradicciones expuestas, de las evidencias prácticas y solvencias conceptuales. El modelo de divulgador y profesor de filosofía deberia ser Feinmann,porque lo complejo te hace entender en sencillo sin perder rigor.
Su recorrido de toda la filosofía contemporánea-moderna (europea) no le ha convertido en eurocétrico. Feinmann más bien siempre repite la noción de "pensamiento situado" y se asume un "subfilósofo de la periferia", es muy modesto Feinmman teniendo más de 50 libros publicados (filosofía, narrativa, teatro, cine). Este texto La filosofía el barro de la historia lo vuelca y revuelca los sistemas filosóficos de la modernidad europea: una revuelta filosófica de militancia y de adversario. Leerlo sus páginas causa cortocircuitos, inquietudes, tristezas, decepciones; también reflexiones, esperanzas e inspiraciones. A ser más críticos y a la vez autocríticos: "sin adhesiones totales ni repulsiones totales a ningún filósofo". No hay un filósofo a rechazar absolutamente por completo ni asumirlo absolutamente acrítico. Eso enseña Feinmann en este texto, eso aprendí en todo caso.
4. Conclusión (apreciación a cuenta propia)
El abordaje intelectual-crítico de Feinmann se puede entender como una invitación para abrir nuestro propio camino y hablar nuestra propia palabra, o "hacernos una propia". Esto es lo que produce la "magia" de la filosofía: la "musa" de la razón. Y, ¿por qué hablo de "camino propio" y "palabras propias"? Porque nuestra condición de latinoamericano, en particular peruano y más específico: quechuas e indígenas del Perú, no tenemos una ruta filosófica propia, tampoco las palabras (lenguaje) propios, tenemos que reinventarnos.
Es verdad que a los quechuas nos han importado e impostado categorías masticadas y residuos de Heidegger, Nietzsche y Foucault para defender el poscolonialismo, descolonialismo, multiculturalismo, etc. Así hemos adoptado acríticamente filosofías centradas en la "ontología de la diferencia", "pequeñas historias", "destotalizaciones", "dialectos", "discontinuidades históricas" y "deconstrucciones". Y, así hemos asumido tontos y felices "abyayalistas", "pachamamistas", "indigenistas" y "culturalistas" sin nociones de clase, historicidad y revolución.
Sin rastrear los "linajes" teóricos y las genealogías filosóficas. Hasta la pregunta más ingenua se debiera hacerse, ¿de dónde proceden y quiénes producen esas categorías? La respuesta viene sola, la periferia (Latinoamérica) re-produce los que produce el centro (Europa). La oligarquía intelectual del centro los convierte en "moda" filosófica en las academias, universidades, las ONG, becas, gobiernos y fundaciones: todas imposturas categoriales para conservar el "statu quo".
¿Qué hacer entonces para tener propia palabra y propio camino? ¿Acaso negarlo todo y empezar de cero? No, ninguna de esas formas de "ex nihilo" . Mas bien re-tomando la propuesta de Feinmann –con la crítica y autocrítica radicales–, debemos de re-pensarlo todo de nuevo, a re-visarlo todo los pensamientos propios y ajenos, pero ya teniendo en cuenta los antecedentes, improntas y genealogías. Retomando a Feinmann para combatir o debatir al adversario uno tiene que conocerlos bien: el texto de Feinmann expone lo que piensan los filósofos de la modernidad-contemporánea (europea), exhibe sus taras, vicios y contradicciones, como también recoge sus matices, luces y aportes. Esta es la actitud que debe asumir cualquier quechua o indígenas con relación al pensamiento Occidental. Estamos los quechuas en ese intersticio sincero, en busca de la razón de ser y del saber: para aportar algo propio. Los ñuqanchik y los ñuqayku nos interesa, también los paykunapas, llapachampas, lliw-llipinkunapas nos preocupa: la humanidad total. No hay una filosofía solo para los quechuas ni filosofía solo para los alemanes.Y, si es que creen que hay, eso no es filosofía es ideología. Todos los filósofos tienen algo o mucho de ideología, pero hay que apostar siempre más por la filosofía.
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