TOPÓNIMOS APURIMEÑOS (RESEÑA)

Aucahuasi Dongo, Rubén. Topónimos de Apurímac. Nombres de lugares, sus raíces idiomáticas y sus significados.  Lima, 2da. Edición 2023; 438 pp.


Por Manuel Cuipa chancahuaña


Me es grato presentar este presente libro de un intelectual e investigador aymarino (Chalhuanca, Apurímac), que ha hecho este esfuerzo prolijo de rastrear (aún no completo) sobre la toponimia apurimeña. Ciertamente, nuestra región es «parte del espacio cubierto por el llamado quechua sureño, en verdad un dialecto transicional entre la variedad ayacuchana y la cuzqueña” como señala en el prólogo el maestro Rodolfo Cerrón-Palomino.

   Da cuenta este texto con argumentos de peso que, en nuestro territorio, región Apurímac y sus 7 provincias, hubo hablantes puquinas, aymaras y quechuas. Así lo detalla y demuestra el autor en la investigación de las 3,070 raíces toponímicas. Sin embargo, el autor no cree que su presente trabajo sea la "verdad absoluta", sino más bien nos entrega en sus propias palabras: como «una propuesta, ante el público lector, para que otros investigadores con mayor profundidad en estos conocimientos, alcancen interpretaciones más razonables y próximas a la verdad». Gran modestia de su parte a un trabajo bien logrado con fuentes y mucha bibliografía. Por ahora felicitarle y leerlo, excepto una observación a una omisión (voluntaria o involuntaria) de su parte a otro autor aymarino, exactamente el cotarusino Humberto Del Mar de La Torre (Costaruse, Aymaraes), quién hace 44 años publicó Historia de Aymaraes y sus problemas (1979), allí detalla también algunas toponimias de sus distritos de nuestra provincia, llegando en su mayoría a similares conclusiones de Cerrón-Palomino y Rubén Aucahuasi. Sin embargo, más allá de esta pequeña observación, el texto es muy valioso. 

    Es un libro muy valioso (valga la redundancia), porque nos ilustra y aclara nuestro desconocimiento, por ejemplo que Ancco sea de origen aymara, o en la palabra Cotarusi (p. 131) haya presencia puquina,  en Caraybamba (p. 401) una fusión quechua-aymara. Muchos creemos superficialmente que toda nuestra herencia lingüística solo provienen del quechua, cuando en realidad hay influencias y huellas del puquina y aymara. Un caso ejemplar es Sullulluma, es muy familiar y fácil de reconocer en nuestro medio, ya que cerca al distrito de Cotaruse (actual) hay un riachuelo cristalino que lleva tal nombre, donde en nuestra edad colegial íbamos diariamente de la comunidad campesina de Colca a Cotaruse refrescando y bebiendo de sus aguas naturales. Entonces, si se traducen en quechua el término Sullulluma sería Sullu (feto) y Uma (cabeza), o sea, “cabeza de feto”. Y eso es  absurdo, ya que el significado prístino es aymara (no quechua, nos dice de entrada Cerrón-Palomino). Porque Uma es agua en aymara; por lo tanto, Sullulluma es igual a “agua pura o verdadera”. Con esa traducción en clave aymara tiene todo sentido dicha palabra. 
    Entonces, este sencillo ejemplo (y tantos otros en el texto) refutan a cualquier mirada desde el "quechuacentrismo", que aún nos queda y oscurece nuestra perspectiva. Esa perspectiva que proviene teniendo como legado al Inca Garcilaso, “campeón en quechuizar a la fuerza topónimos aymaras y los de cualquier otra procedencia” (p. 13). 

Finalmente, este libro del amauta Rubén Aucahuasi Dongo tiene esa impronta y mentoría del otro gran amauta: Rodolfo Cerrón Palomino; es decir, impronta de la lingüística histórica y de la filología. Aswanqa kikinchispuni likaykusun (ñawinchaykusun).

Comentarios

Entradas populares de este blog

PRIMER QUIJANO (RESEÑA)

FILOSOFÍA DE FEINMANN (RESEÑA)

CRÍTICA AL NEOLIBERALISMO (RESEÑA)