MARINA GARCÉS (RESEÑA)

Marina Garcés. Filosofía inacabada. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2015, 335 pp.


Por Manuel Cuipa Chancahuaña


Introducción

Nuestra autora es la filósofa europea que tiene sendas lecturas del sociólogo peruano Aníbal Quijano y del filósofo latinoamericano Enrique Dussel (ambos citados en este libro). Este detalle es importante porque desde ese conocimiento aborda la colonialidad y la modernidad con matices dialógicas e interpelación, cosa que no es tan habitual en los intelectuales del viejo continente y los nuestros. Sin embargo, Marina Garcés también conoce con amplitud la tradición filosófica occidental, más con profundidad la filosofía del siglo XX, es esta según su tesis el legado aún vigente para el siglo XXI o la filosofía inacabada del presente.
De entrada nos cuenta un testimonio que viene a la reflexión: “Me preguntan a menudo si me siento filósofa y cómo llegué a serlo. Interpelar a quién se dedica a la filosofía es interpelar a la persona. No me imagino que a un dentista se le preguntara si se siente dentista o que a una ingeniera se le cuestionara si se siente ingeniera”. La actividad filosófica proyecta entonces un porqué hasta en la misma desición vital: la filosofía tiene esas consecuencias personales y colectivas siempre en interpelación. Por eso mismo "la fuerza de la filosofía radica en su interpelación". A diferencia de otras perspectivas, Garcés considera que no hay interculturalidad filosófica sino interpelación filosófica. Pero esa interpelación no se entretiene con preguntas sin respuesta sino de lo que se ocupa la actividad filosófica son de los problemas para lo cual siempre necesitamos forjar conceptos nuevos.

¿Por qué filosofía inacabada? Porque la filosofía no está en peligro de extinción que hay que preservarlo en un zoológico (facultad, universidad, círculo de élite ni lectura de expertos) sino exponerlo al aire libre, sacarlo de su encierro a la calle, a la cocina, a los niños, a los proletarizados y marginados; volver la filosofía a los lugares que el academicismo estandarizado les ha negado. Es cierto también que hay dos amenazas de acabar con la filosofía: una amenaza externa e interna. La amenaza externa es desde el primer acto que se lleva con la muerte de Sócrates a manos de los que administran las leyes de la ciudad, hoy la amenaza de la filosofía está a manos de los que controlan el espacio público desde poder económico-político para así mantener la inmovilidad social y la resignación acrítica. La amenaza interna es también desde los propios filósofos desencantados algunos con los grandes relatos, la metafísica, la racionalidad instrumental, el practicismo puro o el particularismo entocéntricos. Muchas de estas amenazas aunque tienen sus razones válidas, pero otras terminan en diagnósticos mesiánicos, irracionales, en antifilosofías y postfilosofías. Frente a estas dos amenazas de acabar con la filosofía (sea interna y externa) Garcés propone una intervención nada victimista ni derrotista sino de exposición, de continuidad como "una filosofía de guerrillas" para aparecer en los lugares menos esperados, en los márgenes, las fronteras e intersticios. Una filosofía de compromiso con nuestro mundo común (para inacabar el mundo) y una filosofía de alianzas interdisciplinarias. Por lo tanto, la pregunta del presente no es ¿por qué aún filosofar?, sino el ¿cómo no filosofar? La respuesta es concluyente: es imposible no filosofar y esta es la apuesta de una filosofía inacabada.



Parte I. La filosofía para un mundo común

Trata de los problemas y retos de la filosofía en un mundo presente y agotado, en el sentido no sólo de ideas, modelos y sistemas sociales también del agotamiento del planeta Tierra. Este paso de la era del Holoceno a la era del Antropoceno (que el Premio Nobel de química Paul Crutzen acuñó en el 2000) nos revela la crisis ecológica y humanitaria, donde señala al hombre como el actor principal del cambio geológico ya no del equilibrio de la misma naturaleza sino el hombre como agente de este deterioro—donde todo lo que toca lo convierte en recurso o residuo—. Filosofar desde esta situación límite y finitud es pensar el problema universal y común de todos, un desafío del sujeto particular y de toda la especie humana.
Asimismo descolonizar la filosofía es otro asunto que desarrolla, descolonizar significa desmontar la singularidad de lo europeo de su triple origen: greco-cristiano-capitalista para la emancipación no solo en los pueblos colonizados también de las realidades concretas de Europa. Por esta misma razón Garcés no admite el historicismo filosófico al estilo hegeliano con su recorrido lineal o etapista (antigua, medieval y moderna) frente a esta esquema propone más bien un ambientalismo filosófico y dialógico entre los ecosistemas del pensamiento, sin ningún dominio entocéntrico particulares. Y frente a la legitimidad tradicional del discurso filosófico en la voz singular de los "grandes hombres" aquí se renueva la necesidad y radicalidad filosófica de las mujeres, siguiendo la propuesta de la filósofa húngara Agnes Heller. El otro tema que analiza es la filosofía y la relación con la universidad. Bajo su diagnóstico actual es una universidad neoliberal que estandariza su escritura a manos de los expertos, como objetivo de competir sobre los mismos "ranking" uniformizadas en lingüística, epistemología e ideología. Así se subordina la filosofía a la dictadura de los paper (artículos de investigación "científica") que es ahora la nueva escolástica que doméstica, marginaliza y neutraliza el carácter radical, crítico y creativo de la filosofía. Frente a estas normalidades impuestas Garcés propone un pensamiento de combate contra la estandarización escritural (únicamente en inglés), que dicho sea de paso, responden su premiación, circulación, clasificación y calificación a las empresas anglosajonas. Una filosofía de combate contra el orden estandarizado, contra las creencias arraigadas y los lugares comunes. Sin renunciar el ámbito académico y no-académico, como Platón que fundó la Academia bajo las reglas del saber formal e institucional y como Diógenes desde el tonel (tinaja) con su intervención espontánea y no convencional frente a los poderes instaurados, entre estas dos tensiones (desde la Academia y la tinaja) se deben encaminar los retos de la filosofía actual. Filosofía para un mundo común significa también abordar desde la "actitud de confianza" —antes que de "actitud de sospecha"—. La confianza en que todos podemos filosofar por igual, aunque no todos podemos pensar igual. La filosofía si bien podría ser la manía de algunos, pero incumbe a todos, aquí radica su carácter común y universalidad: su exigencia, encuentro y generosidad.



Parte II: El siglo inacabado

Trata de recuperar a los filósofos y filósofas del siglo XX, porque los problemas que han reflexionado desde distintos ángulos y posturas aún son inacabados. El siglo XXI llevará su sombra e improntas del siglo pasado, porque aún nos remiten y afectan sus problemas iniciados y planteados. Si bien el siglo XX fue el de la muerte administrada e industrializada: Auschwitz, Hiroshima, Bhopal, Chérnobil, el siglo de las dos guerras mundiales, pero también el siglo de una riqueza de pensamientos y horizontes que aún requieren ser revisadas sus alcances y estudiadas sus limitaciones. Marina Garcés frente al olvido o la "caducidad permanente" en la que vivimos causada por las redes sociales y la inmediatez global, anulando así el pasado aunque haya pasado recién unas horas, recupera la vigencia de los filósofos y filósofas del siglo XX. Aquí los 25 autores(as) más importantes del siglo XX, en orden siguiente: Friedrich Nietzsche, Edmund Husserl, Martín Heidegger, Ludwing Wittgenstein, Jean-Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty, Hans-Georg Gadamer, María Zambrano, Hannah Arendt, Theodor Adorno, Jürgen Habermas, Georg Lukács, Louis Althusser, Antonio Negri, Michel Foucault, Guilles Deleuze, Jacques Derrida, Judith Butler, Gianni Vattimo, Jean-François Lyotard, Karl Popper, Richard Rorty, Jacques Rancière, Maurice Blanchot, Giorgio Agamben y Jean-Luc Nancy. Una lectura que implica aprender a acercarse a lo que no se deja ver, reconocer ni escuchar, "abandonando las etiquetas que nos permiten clasificar a los autores y a los conceptos en taxonomías tranquilizadoras”. Es una lectura crítica a distintos pensamientos sin ninguna condescendencia ni repelencia unilaterales (ni rechazo absoluto ni adopción acrítica, sino insumos y cajas de herramienta filosóficas), porque considera que no hay un filosofar desde cero, solitario y fuera del tiempo. La filosofía recoge la pluralidad de sus reflexiones y experiencias previas siempre desde un deseo común por la verdad.


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