ALCALDE DE LIMA (ANÁLISIS POLÍTICO)
LIMA, UN RETROCESO CONTINUO
Por Manuel Cuipa Chancahuaña
¿Lima tiene un alcalde que se merece? ¿No se merece? ¿Lima pronto se convertirá en "potencia mundial", tal como prometió en campaña? Y la gente ingenua votó por Rafael López Aliaga (RLA), el popular Porky.
Sin antes culpar a este político impresentable vamos a cuestionarnos los de las izquierdas, progresistas, marxistas, etc. He visto a tantos amigo/as "progres" (derecho humanistas, feministas, veganos, antitaurinos, etcétera) buscando un candidato/a "inmaculado", y así tacharon al candidato Gonzalo Alegría en base a una denuncia de la prensa, lo sorprendente fue que pusieron la cruz bajo el coro unísono del poder mediático (caviares, derechas y ultraderechas). La llamada prensa alternativa no pudo remontar su apoyo a Alegría. Se entiende su reacción a los (neo)liberales y conservadores; sin embargo, ¿Por qué hicieron eso los caviares? Por las consultorías, porque en secreto estos mismos sí apostaban por el otro candidato George Forsyth: "apostar por Forsyth, combatir a Alegría", eso era la consigna que solo fue visible en sus muros de Twitter de los "principistas" por empleo antes que por valores éticos. Finalmente ya que no ligaban sus propósitos y las encuestas no favorecían a Forsyth, rezaban en el minuto final: ¡"que nos queda: Urresti sí, Porky no"! Y así, lograron dividirse, diluirse, atomizarse los votos progresistas. ¿No era preferible un Gonzalo Alegría en vez que Porky? Para nada, dijeron los caviares. Estos mismos moralistas que hacían campaña de "voto crítico", "voto vigilante" en el 2011 por un PPK (derechista y lobista confeso), ahora se negaban a darle ese mismo "voto crítico" a Alegría (centroizquierda), por una denuncia mediática de un hijo simpatizante del Vox (ultraderecha española). Es decir, nuestros progresistas pierden "posición principista" con algunos, como PPK, si éstos les da chamba (consultorías) y con otros aplican la posición principista selectivamente, con misios como Alegría que apenas hacía campaña en la Ágora Popular o Rimac Llaqta de plaza San Martín, junto a la gente "mugrosos" (RLA, dixit), con ellos nuestros caviares no se contaminan, porque son gente de los cerros y barrios populares politizados. Honestamente, nuestros caviares están más cerca de los conservadores y liberales (fujimoristas de fondo y antifjimoristas de forma), pero su giño, complicidad y sobonería al orden establecido es reluciente. En el lenguaje de los obreros de construcción civil sería pateros del sistema.
En mi opinión, el sector progresista e izquierda (limeñas) son de lo mas peor en sus desencuentros y "no saben para quién trabajan": se opusieron en su momento a Ollanta Humala de polo rojo (recién aceptaron a un Ollanta de polo blanco o caviarizado), se opusieron y ningunearon a Pedro Castillo desde su tufillo clasista y racista, se opusieron y combatieron ahora al candidato municipal por Lima Gonzalo Alegría y se opondrán a Antauro Humala o de cualquier otro disidente en las próximas elecciones (disidentes de la modelo fuji-liberal, estructura neoliberal). No ven la política desde matices contestatarias de verdad sino desde intereses particulares (consultorías y empleomanías con ropaje de principista) y desde los dictados de la prensa limeña (poder mediático de relato derechista). Fatal, todas esas perspectivas, por ende, todas las derrotas en Lima siempre será posible para las fuerzas progresistas.
Los sectores de izquierda y progresistas (caviares) deben hacer mea culpa y aprender algo del sur andino, allí no ingresan a gobiernos locales y regionales los fuji-fachos semejantes a Rafael López Aliaga. Hay un filtro tipo acto reflejo de los electores y todos cierren filas: progresistas caviares e izquierdas radicales (más allá de sus contradicciones), hay unidad implícita frente a amenazas retrógradas. En Lima eso no pasa, no existe. El espíritu sectario pesa más en cada sector y el "principismo" purista, suicida y fratricida (además con añadidura de "principio" por el puesto o consultoría), motor de sus aspiraciones y de sus propias derrotas. Sería bueno principismo de ganador, convergente, crítico con horizonte y claridad. Mientras a la derecha liberal y conservadora le importa un bledo la moral y ética, son más pragmáticos antes que principistas (no digo hay que ser su imagen y semejanza, pero hay que re-pensar y re-plantaernos mejor para vencer).
Y por otra parte he visto a los amigos marxistas puros, marxistas de manual o marxistas "verdaderos": no contaminarse con lo electoral, porque son instituciones y procesos de la burguesía. Y según ellos es mejor esperar –toda una vida– la "agudización de las contradicciones". En ese propósito de esperar, hasta Porky sería un mal necesario en pro de la "revolución" –¿Acaso, revolución surgida como generación espontánea?–. Cosas descabelladas de nuestros "marxistas", que desde la comodidad esperan y citan frases de Marx, Mao, Lenin pero no se acercan al mundo popular ni a los trabajadores. Cuando el día puedan entender el dolor de un obrero con hernia lumbar les creo, "marxistas", o cuando el frío de las punas respiren con sus pulmones post covid igual que los campesinos, allí los creo marxistas. Mientras eso es teoría. Pero teoría que no debate ni combate a los núcleos teóricos demoliberales y estructuras liberales con argumentos convincentes, propios y praxis, sino glosas a Marx de memoria cual predicadores de las sinagogas o como coaching de los manuales de autoayuda. Pero señores la teoría no comen los proletarios, obreros y campesinos a quienes se pretende representar. Antes que eso, merecen éstos mismos, avanzar en la conquista de sus derechos, merecen su bienestar material, luego espiritual (teoría). La conciencia crítica de los intelectuales marxistas se supone tener un principio (base) material en momento de abordar la teoría.
Sinceramente, no hay un horizonte ni pragmática marxista, tampoco de izquierdas y progresistas. Enrique Dussel (marxista decolonial) plantea al respecto: en política hay que tener claramente “pragmática política” y “horizonte político”. El horizonte nos permite avanzar frente a la reacción (con acciones, gestos, consensos, etc.) y la pragmática nos permite tomar posición (la cual no será necesariamente ideal, pero deben encaminar hacia ese horizonte). En fin, a la izquierda progre le falta lecturas actuales, mientras los "marxistas puros" si bien leen a Marx, pero leen como la tabla pétrea de Moisés, de ahí el desprecio a Dussel, Quijano: nada con los decoloniales "posmodernos", dicen autosuficientes. ¿Mejor no será concatenar?
Lima es un fracaso y confusión de un rezago colonial y reaccionaria vigentes, Lima también es fracaso de las fuerzas de izquierda. Cuando se elige a autoridades como RLA, Lima duele. Hoy se ve como la más atrasada. Lima retrógrada: facistoide, colonial, golpista, machista, clasista y racista encarnada en su alcalde, Porky. Parece un cerdito cruzado medieval en Macondo (Lima, capital del Perú, en los 200 años de centralidad).
Y asimismo, la izquierda limeña duele, el progresismo caviar y marxianos "puros", también. ¿Cómo resolver estos problemas? ¿Esperando agudización de contradicciones? ¿Cada uno con su pañuelo y a más división siempre más derrotas? ¿Consensos mínimos? ¿No más política, mejor puestos de empleo? ¿Centralizar la izquierda, descentralizar izquierdas? ¿Ganar antes la batalla cultural y hegemónica para vencer la batalla política? ¿Qué hacer, cómo, cuándo y con quiénes? Muchas preguntas nos inquietan, porque el triunfo de RLA es responsabilidad compartida de las izquierdas. Autocrítica (nuestro) antes, para tener un horizonte del qué queremos y hacia dónde vamos, solo así o luego podemos exponer mejor nuestras propuestas a la gente, y solo así, combatir a las ideas retrógradas y prácticas reaccionarias.
Finalmente. Ensimismado escribí este texto de un tirón. Trato de reflexionar también cuestionar. No creo tener la razón, mucho menos, pero era necesario hacer ejercicio de pensamiento para tener algo de claridad, convergencia y etinerario. Que no triunfe la resignación, el sectarismo, que no gane la indiferencia, por ende, la antipolítica y lo apolítico de nuestros académicos e intelectuales. Nos encantaría que nuestros académicos dejen su torre de marfil y escriban, reflexionen algo al respecto (coyuntura), ya que se supone tienen las mejores armas categoriales y análisis más rigurosos de la realidad; sin embargo, no lo harán, como nunca lo hicieron por diversas razones. En más de 10 años que soy un Limapi tiyapakuq, sólo he visto excepciones de César Lévano, con su posición clara y definida: al más reaccionario cambiaría su parecer, haría pensar a zurdos resignados y dar claridad a confusos progresistas, y llevaría la cultura de masa como oasis al pueblo lector (siempre hay esos, el problema no encuentran dónde), sedientos de luces, respuestas, inquietudes y horizontes de un mundo mejor y más justo.
La pelea nacional también está en Lima y es la batalla cultural y política. La capital, hoy por hoy, la síntesis de todas las sangres del Perú, no merecía a un alcalde marrano, literalmente un retrógrada igual que toda su piara. ¡Aguante, Lima!
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